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Provenimos de la visión de estadista del primer gran líder que tuvo nuestra ciudad:
el cacique Arap… Ver más
Provenimos de la visión de estadista del primer gran líder que tuvo nuestra ciudad:
el cacique Arapysandú.
Su carisma, don de gente, decisión, coraje, valentía y arriesgo hizo posible la presen
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cia de Marcial de Lorenzana en estas tierras, comenzando a escribir desde aquel
tiempo hasta hoy el mayor legado que tenemos como sociedad.
Los ignacianos somos portadores de una cultura inconmensurablemente bella que
nos engalana, distingue, diferencia y reluce a lo largo y ancho de los puntos cardina
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les donde nos corresponda desempeñar.
Somos ignacianos porque somos diferentes. Y esa diferencia está enmarcada en el
camino que pudieron ir construyendo nuestros antepasados, pero hoy nos correspon
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de a nosotros proteger de la invasión de culturas foráneas que lo primero que buscan
quitarnos es justamente nuestro sentido de pertenencia.
Somos ignacianos y no ignacienses, misioneros y no misionenses. Desde esa misma
denominación por error, odio o desprecio, algunos desean vaciar el emblemático
contenido de lo que somos, de dónde venimos y hacia donde apuntamos.
De hecho nos robaron muchas cosas, algunos estatus, atacaron inmisericordemente
a nuestros líderes, ocuparon la ciudad, sitiaron nuestras calles principales, apresaron
a nuestros líderes que se opusieron a la prepotencia, ignoraron nuestros reclamos y
reivindicaciones, pero jamás nos quitaron el sano orgullo de ser ignacianos.
Nuestros abuelos anteayer, ayer nuestros padres, hoy quizás nosotros, mañana nues
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tros hijos y un poco más allá nuestros nietos, seguirán defendiendo con argumentos
sólidos la riqueza de nuestra identidad cultural proveniente de 414 años de historia.
Los hombres pasaremos de largo, pero el pensamiento y sentido de pertenencia
quedarán. Hoy evocamos a hombres y mujeres ilustres que nos dejaron lo mejor que
pudieron: sus ideas, propuestas, sueños y esperanzas.
Contra ello no pudieron luchar. A esas ideas no pudieron vencer y no lo harán jamás,
porque en algún paraje de la histórica Jaguaracamigta estará siempre un ignaciano
defendiendo a su pueblo, a su gente, a su historia.
Somos la tierra del cacique Arapysandu, de Marcial de Lorenzana, de María del
Socorro Palacios, de Toribia Acosta, del Capitán Justiniano Rodas Benítez, de don
Marcelino Vera, Egidio Ruiz Aranda, Egidio Ruiz Pérez, Koki Ruiz, Adelma Salas de
Ruiz la primera mujer intendenta.
Somos la tierra de Bonifacio Romero, de Olivorio Talavera, la elegida por Saturnino
Ferreira Pérez, de Don Jorge del Puerto y de muchos ciudadanos humildes, honestos
y honrados como mis padres Carlos Cantero y Eusebia Cecilia Cabrera quienes cons
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truyen paraguayidad desde el Paraguay profundo con olor a pueblo, humo y polvo.
En definitiva, somos ignacianos y está todo dicho.9786316535054Cantero Cabrera, Camilo Javier
Peso | 281 g |
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Dimensiones | 15 × 23 cm |
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